Hace ya muchos años... abandonada en la verde ribera de un río, bajo la sombra de un gran sauce llorón se encontraba una vieja barca, cuyo casco presentaba un enorme agujero.
Un buen día unos niños pasaron por allí para pescar unos peces con los que alimentar a sus familias, al verla se dijeron: podríamos pescar mejor si embarcaramos en ella, pero desistieron al ver el inmenso boquete que presentaba ésta.
La barca sufrió en su corazón, cuando escucho decir, - Es una barca vieja y rota. Echémosla al río y hundámosla, no sirve para nada.
La llenaron de piedras y la tiraron al río la barca rápidamente se hundió, La nave conoció entonces grandes temores en el abismo oscuro de las aguas, pasaron los meses y llegó una temporada de gran sequía, el nivel del agua disminuía por momentos, y la barca quedo a merced de la vista de algún que otro inoportuno, que comentaba.
- Mirad, una barca vieja, alguien que pensó que no servia para nada la hundió. La barca sintió unos fuertes deseos de llorar, lloró por ella el sauce que conocía su dolor, sus ramas crecieron aquel día varios centímetros, desparramándose por la tierra reseca que ya el agua no cubría.
Un buen día llegó un hombre atlético de anchas espaldas, se quedo de pie, parado, mirando la barquichuela, todavía mojada con los restos del agua empantanada y fangosa, producto de la sequía.
Esta, sintió sus suaves manos acariciar su casco e introducirlas en el profundo boquete, llamó a dos compañeros y les ordenó. ¡Llevadla al taller¡
Los dos hombres obedecieron y la barca con gran susto se vio alzada en volandas, ahora su herida sería vista por todo el mundo, ya no podría ocultar que no servía para nada, pudo con ella la vergüenza.
En el taller, el hombre que la había acariciado tomo unas herramientas y unas maderas, dibujo y tomó medidas, serró y encajó, la barca sé vió manipulada y sintió miedo de nuevo, ¿que estarían haciendo con ella?.
Un chiquillo entró, - ¡me ha dicho mi padre que arregles este arado, carpintero¡.
El hombre con un breve comentario contesto al chiquillo
- Dile a tu padre que lo tendrá la semana que viene.
- Esta bien Jesús.
La barca sintió como restregaban su casco, la estaban dando una capa de barniz.
El hombre, trabajador y silencioso comento, Ya estas terminada.
Al día siguiente llamo a los dos compañeros que le habían ayudado a transportarla a la carpintería.
Entre los tres la sumergieron en el río y la pusieron a flote, el joven carpintero llamado Jesús cogió unos remos y comenzó a navegar, la barca se sintió feliz, al ver que su calado era el de antaño, no se hundía, los otros dos hombres disfrutaban del paisaje e incluso cogieron unas cañas dispuestos a pescar, pasaron por delante del sauce llorón y este pareció sonreír acariciando con sus ramas el cauce del agua que había vuelto a crecer con las últimas lluvias torrenciales, el río se mecía acompasadamente y la barca se sintió plena, su corazón estaba nuevo, y aquel que lo había reparado, según oía decir a los dos discípulos era el mismísimo Dios.
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